Gente difícil
Un cuento de Chéjov, del que he tomado prestado su título para esta entrada, recorre en apenas unas páginas la monstruosa convivencia de una familia.
Siento admiración por la manera chejoviana de describir la miniatura, de escoger una escena en la que distingue los detalles para proporcionar a los lectores un conocimiento preciso de lo que palpita debajo de las apariencias.
A Chéjov le debo aprender a mirar, a identificar dónde se quiebra la feliz superficie del lago que deja ver el torbellino engullidor de esperanzas e ilusiones.
La vida es desorden, sí, pero también tiene instantes en los que resplandece la belleza como una invitación para entrar en el caos sin temerlo. Si la existencia es dolor y desesperación, también es un camino para descubrir nuestra fortaleza y con ella, la capacidad de desafiar el destino que otros eligieron para nosotros.
En Gente difícil, el padre inspira terror a su mujer e hijos, nadie en la familia se atreve a rechistar, hasta que un día, el hijo mayor, humillado y enfurecido por un episodio colérico del padre, le contesta e intenta, sin ningún éxito, que reflexione sobre el daño que provoca su conducta. La justa rebeldía del hijo, inesperada incluso para sí mismo, marca el fracaso del padre y un no retorno a la situación anterior.
En las últimas líneas del cuento, Chéjov advierte, con la sutileza que le caracteriza, que el caos es inevitable; aquello que destruye, hiere y pone patas arriba nuestra vida es una mala compañía de la que quizás no podemos escapar, pero enfrentarla es impedirle el paso.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTu comentario en mi blog no dice mucho
ResponderEliminarpero bueno
:) gracias por pasar
saludos y suerte
Gracias a ti, te deseo lo mismo, mucha suerte.
ResponderEliminarTan real como la vida misma! Mejor dicho, la conclusión final es pura y realista señal de vitalidad.
ResponderEliminarSí, hasta que no somos capaces de enfrentarnos a la herida para limpiar y restañar, sigue infectando y agrandándose.
ResponderEliminares el parricidio simbólico.
ResponderEliminarEl padre es un hombre a la antigua, religioso y trabajador. El hijo es débil de carácter: no cree ser capaz de encontrar un trabajo, él mismo se estima falso cuando sonríe a la mujer del landó, dice odiar al padre pero no duda en aceptar su dinero, está lleno de fantasías, chilla a su madre porque no se atreve con el padre, un miserable en definitiva, no tendría nada sin su padre.
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