sábado, 6 de septiembre de 2025

No sabemos nada

 

 


No sabemos casi nada, menos mal. Vivimos con la ilusión de que nuestro conocimiento de la realidad es amplio, y eso nos anima a opinar de todo lo que sucede a nuestro alrededor. Y en cuanto empezamos a entender, aunque sea de manera simple y superficial, cómo funciona la mente, nos llevamos una gran desilusión; o bien hacemos caso omiso y seguimos adelante como si tal cosa.

Hace unos días estuve charlando con una mujer que se dedica al estudio de los sesgos del comportamiento humano. Lo más terrible del asunto es que nuestra visión del mundo es siempre sesgada. Un sesgo cognitivo es la manera que tiene el cerebro de tomar decisiones con rapidez; eso implica que la capacidad reflexiva y analítica queda arrumbada para precipitar la decisión, basada en prejuicios y percepciones que poco tienen de objetivas y racionales.

De todos los experimentos que realizan en el laboratorio, casi siempre con estudiantes, la conclusión de la que están bastante seguros es que funcionamos así porque es un mecanismo de supervivencia. Pensar y reflexionar exige tiempo y examen de por qué opinamos de una manera o de la contraria. Y no podemos permitirnos gastar tiempo reflexionando antes de hablar u actuar: semejante hábito impediría interactuar con otros de manera fluida y perderíamos la vida más pronto que tarde.

Durante miles de años el ser humano decide rápido apoyado en automatismos. Esta conversación me ha dado que pensar durante días. De darle tantas vueltas y analizarme cada vez que decía algo, he conseguido que mis interlocutores me pregunten: “¿Qué te pasa? ¿Te encuentras mal?”

Quizás el automatismo en las decisiones y los sesgos que lo acompañan nos han mantenido con vida hasta hoy, pero dudo mucho que prolonguen mucho más la existencia humana. No es extraño que repitamos los mismos errores, que las guerras se perpetúen y que seamos unos infelices por nuestra mala cabeza. Seguimos el mismo patrón automático desde hace miles de años.

En todo caso, quienes conocen a fondo esta característica del pensamiento humano son los que manejan el márquetin político y comercial: esos son los verdaderos señores de la guerra y del poder.  Y mientras tanto, sigamos con la ilusoria creencia de que sabemos lo que hacemos, a nuestro cerebro le encanta tener razón incluso cuando se equivoca.  



6 comentarios:

  1. Marga, estoy leyendo un libro que me está abriendo otra puerta con la que no contaba. "Nuevo elogio del imbécil", se titula. Es de Pino Aprile. No pone nada de lo que no nos hayamos apercibido, pero, ahí está el quid, no nos damos cuenta porque nos están habituando a que lo anormal sea lo habitual, y normalizamos ya hasta lo carente de sentido común.
    Los inteligentes han construido el mundo, pero son los imbéciles quienes triunfan y lo disfrutan, esa es la síntesis. Y no le falta razón.
    Este libro nos habla de la supervivencia del ser humano y como logra sobrevivir en una época como esta, donde todo cada vez se ve más oscuro y desesperanzador.
    Un abrazo fuerte.
    Miquel

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  2. Sí, Miquel, he leído el libro de Aprile, el primero, "Elogio del imbécil". A pesar de la ironía que gasta, lo mismo que Cipolla en su tratado de la estupidez humana, hay mucha verdad porque la sociedad exige obediencia y no salirse del marco. La inteligencia pasa a ser un estorbo, los listillos al poder. Cuánto más disidente y crítico menos oportunidades hay de "triunfar". Desde luego, como en todo existen excepciones, pero ahí está la tendencia, los más arribistas, complacientes y con pocos escrúpulos ascienden y son gratificados por el aplauso general. Habrá sido así siempre, quizás ahora la expansión de redes sociales lo hace más palpable y evidente.
    Abrazos

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  3. Al hilo de lo que cuentas y abundando más en el asunto, es típica de la infancia y de la adolescencia la impulsividad, la respuesta instantánea ante un estímulo externo, la falta de reflexión previa a la respuesta. Lo que acarrea casi siempre problemas. ¿Estará acaso nuestra sociedad adulta entrando en una etapa de infantilización irresponsable? La intención de voto de buena parte de la ciudadanía mundial así parece reflejarlo.
    Un saludo.
    No sé qué pasa que tus entradas más recientes no se me actualizan en mi lista lista de blogs y páginas web.

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  4. Cayetano, hace tiempo que este blog tiene problemas de actualización y no consigo arreglarlo. Lo que dices de la infantilización creo que es muy probable que sea así. Somos una sociedad que exhibe modos y maneras propias de adolescentes: impulsividad, búsqueda de placer inmediato, irresponsabilidad en las consecuencias que provocan las malas decisiones y etc. No sé si seré reversible pero mi sensación es que la tontería se expande sin freno.
    Saludos y gracias por pasarte por aquí

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  5. Hay que pensarlo dos veces antes de soltar una opinión. Hay multitud de prejuicios, tópicos y muletillas mentales que enmascaran lo que vemos y sentimos, quiero decir que nuestra percepción de la realidad está alterada por un gran cantidad de lugares comunes que estorban. Así, vamos arrastrando lo manido y vamos repitiendo los errores de siempre. Pienso en un burro, supongo que en su mente no hay tópicos ni prejuicios y así, anda espabilado y no tropieza en la misma piedra.
    Está claro que hay que ser prudente con lo que decimos. La contención y la discreción son puntos positivos, me parece.
    Abrazos.

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  6. Sí, Francesc, es preferible callar antes que dar una opinión sin más argumento que ser la mayoritaria. Cuánto más se conoce la manera que tiene nuestro cerebro de procesar información y tomar decisiones, más se reafirma la neurociencia en la emocionalidad de nuestros gustos y disgustos. No somos racionales por mucho que nos empeñemos, todo pasa por el tamiz de nuestra emoción. Ahora bien, sabiendo esto, podemos actuar con una pizca más de serenidad y sentido común. Qué difíciles y qué poco sabemos de nosotros mismos.

    Abrazos mil

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