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En el sombrío panorama social actual, elijo orientar mis lecturas hacia derroteros más placenteros. Hace unos días leí un artículo sobre la intuición en los primates, en concreto en los bonobos. Estos animales parecen detectar cuándo un humano o un congénere ignora algo que ellos sí conocen. Ante un interlocutor ignorante, su reacción no es el menosprecio ni la indiferencia; al contrario, se disponen a enseñar a quien no sabe.
Este comportamiento resulta asombroso porque implica dos elementos que con frecuencia se han atribuido en exclusiva a los humanos: la intuición y una forma elemental de altruismo. Es probable que algo semejante se dé también en otras especies. Lo que más me llamó la atención es que el estudio señala que los grandes simios pueden rastrear la ignorancia ajena y ajustar su conducta para ayudar. Por ejemplo, en pruebas con bonobos, cuando el humano no sabía dónde estaba la comida, los simios señalaban antes y con más frecuencia el escondite correcto, lo que indica que representan a la vez su propio conocimiento y la falta de conocimiento del otro.
Si esto es así, cobra sentido pensar que en algún punto de nuestra evolución se produjo un descalabro biológico y social. A fuerza de abrirnos camino para asegurar la supervivencia, nos hemos convertido en depredadores muy sofisticados. “El saber es poder” y “quien sabe calla” son dos aforismos que recomiendan silenciar lo que sabemos: primero, para conservar una posición de superioridad, y luego, para reservar ese saber en beneficio propio.
En cuanto a la intuición, conviene que rectifique: no es una facultad exclusivamente humana. Quienes hemos convivido con animales de compañía —en mi caso, gato y perro— sabemos lo desarrollada que la tienen. Puede que no anticipen nuestra ignorancia, pero sí captan con nitidez nuestros estados emocionales, y lo demuestran compartiendo la pena o la alegría a su manera.
A medida que se multiplican los estudios sobre especies animales y vegetales, aflora la evidencia de que no somos los más listos del planeta; en muchos casos quedamos atrás en comportamientos sociales que exigen inteligencia fina y compasión. Aunque hay que reconocer que nuestras destrezas son superiores en tecnología, en arte y otras disciplinas humanas, pero con demasiada frecuencia carecen de alma y de un propósito que trascienda la reafirmación del yo. Compartir conocimiento (gratis) nos daría la posibilidad de evolucionar para alcanzar algo parecido a una sociedad más bonoba.
Mí más que apreciada Marga:
ResponderEliminarEmpiezo por el final. Nos dices que ". Compartir conocimiento (gratis) ..." y me quedo aquí porque sabemos que es un imposible, no hay nada gratis y el mero hecho de utilizar la palabra ya nos lleva dudas.
Tal como están las cosas, soy más amigo del intercambio, aunque también demostró su fracaso con las Icarias que se crearon, pues mucho me temo que los humanos ocupamos el último escalón en el escalafón de la bondad comparado con el de los demás primates.
En todo caso es un deseo que comparto.
Nunca he tenido animales, salvo un gorrión que cayó del nido y que criamos; soltamos cuando ya tuvo capacidad de volar junto a sus congéneres.
Un abrazo fuerte ¡
Miquel, que el conocimiento sea de acceso gratuito es una utopía, lo sé, pero esa idea es la simiente de un modelo social donde la cooperación debería de estar por encima de la competencia. Por lo demás, seguiremos soñando y arrimando el hombro cuando tengamos oportunidad. Tú tienes experiencia en dar sin que exista contraprestación económica, así que ya ves que es posible que quien sabe, enseñe; que quien tenga en su poder el conocimiento lo comparta.
ResponderEliminarMuchos abrazos y gracias por el aprecio
Yo también creo que "en algún punto de nuestra evolución se produjo un descalabro biológico y social".
ResponderEliminarComo los bonobos, aquí en esta bola del mundo, muchos sienten la necesidad de explicar lo que saben, lo que ocurre es que suelen hacerlo por interés, algunos, sobre todo los que mandan, conciben la transmisión del conocimiento como una forma de perder parte del poder que ostentan. Muchos optan por transmitir un conocimiento manipulado que favorezca sus intereses. Tengo bastante desconfianza, Marga, veo más actitudes de superioridad que de altruismo y algunas de estas se me antojan un puro espectáculo.
Sí, se ha demostrado que los animales tienen intuición, es una intuición animal, muchas veces más eficaz que la de muchos humanos, estos están condicionados por los conocimientos que les fueron transmitidos por los mandamases del párrafo anterior.
A mí no me gustaría pertenecer a sociedad o civilización bonoba, seguramente allí no habría obras tan bellas como la Cantate "Cessate, omai cessate" de Vivaldi. Por cierto, puse en mi blog la imagen de la muchacha del tocado azul que aparece en la portada del CD.
Un fuerte abrazo.
Francesc, estamos de acuerdo en que algo se quebró en la evolución humana. Es difícil explicar la escasa capacidad que tenemos de enmendar nuestros errores. repetimos una y mil veces conductas sociales que son la ruina y el fracaso de una sociedad. Las guerras, la manipulación en todas sus variantes y otras perversidades. Nada de lo anterior nos ha hecho mejores, al contrario, su persistencia en el tiempo deja un rastro de sufrimiento y desesperanza. Creo que no tenemos remedio. La cantata de Vivaldi es un consuelo, nos lleva a la Venecia dieciochesca con sus traiciones y despechos, es pura belleza que fascinaría también a los bonobos.
EliminarAbrazos mil
Una de mis experiencias que más orgullo me producen fue cuando llevé a alumnos de cuarto de ESO -yo era profesor de castellano- al zoo de Barcelona y nos pasamos toda la mañana y parte de la tarde observando a los chimpancés tras un prólogo informativo del zoo que nos informó quiénes eran aquella decena de simios que íbamos a observar, sus nombres y características. La observación durante horas fue extremadamente elocuente. Cada chimpancé adquiría personalidad distintiva y dejaba de ser 'un mono más' como veían todos los visitantes que pasaban raudamente por allí. Esto había venido precedido de la visión de la Odisea 2001 y la lectura del libro de Arthur Clarke en que los monos eran protagonistas. Mis alumnos -pienso- nunca olvidarán aquellos días de observación por los que se sintieron conmocionados. Somos monos sofisticados, que hemos sido infectados por el lenguaje que lleva a la más peligrosa de las dualidades, el bien y el mal, el guapo o feo, el más y el menos. Mis gatos no entienden de ello y comprenden e intuyen mucho más de lo que yo pienso que no tengo sino una mente dividida y excluyente. Me siento orgulloso de aquellas clases en el zoo tras una información previa en el centro en que habíamos hablado de los bonobos. Saludos. .
ResponderEliminarQue un profesor de lengua castellana pase una mañana con sus alumnos en el zoo, en la observación de chimpancés, es la evidencia de que eres un buen profesor. De esa experiencia se pueden sacar muchas conclusiones, que seguramente escribirían, y la más importante es que son seres que tiene emociones y una "personalidad" que los define. De pronto, tus alumnos adquirieron conciencia de que la pirámide evolutiva está mal construida. Los monos, los pulpos, las ballenas y muchos más están en un rango diferente del humano, pero no inferior ni superior. Esta visión jerárquica nos ha hecho mucho daño, por extensión la hemos (han) extendido a los otros que son distintos y está en la base del racismo. En cuanto a la intuición, conozco de primera mano una anécdota que muestra a las claras que algunos animales anticipan los desastres. Un amigo tenía tres gatos, en unas inundaciones tremendas que hubo hace unos años, le despertó un ruido en la planta baja de su casa. Cuando bajó vio que los tres gatos se habían subido a la parte más alta de la estantería. Dos horas más tarde la riada inundó la parte baja de la casa.
EliminarSaludos
Nuestra sociedad,
ResponderEliminarmás que bonoba,
lo que es , es
boba , un saludo.
Ahí estás muy acertado. Más boba que bona.
ResponderEliminarSaludos
Evidentemente no somos los más listos del planeta. No hay más que echar un vistazo alrededor y comprobar que una especie tan destructiva como la nuestra no es demasiado inteligente, pues la degradación del medio donde vivimos nos destruye a la larga a nosotros mismos. Tenemos muchas cosas que aprender de los animales.
ResponderEliminarSaludos.