La siguiente
visita era la de un paciente de cincuenta y nueve años que había empezado el
tratamiento hacía sólo tres semanas. Era un tipo reservado, algo solemne en sus
gestos, se notaba que estaba acostumbrado a mandar y ser obedecido.
-¿Qué tal esta semana?
-Perfecta.
-¿Perfecta?
El paciente
miró contrariado al doctor, quien le respondía añadiendo un interrogante a su respuesta.
Un eco desagradable. Ya le había cogido el número y no iba a añadir una palabra más. A ver por donde
salía. Al cabo de unos segundos, el médico repitió:
-¿Así que perfecta?
La barbilla del paciente tembló, su mano derecha con la manicura recién hecha
le sirvió para taparse la boca que se contraía en un amago de llanto. Por fin
pudo hablar, pasado el ahogo:
-¡Ha sido una mierda, doctor! ¡Una mierda auténtica!
-Exactamente
en qué momento fue una mierda. ¿Tal vez fue otra alguno de sus
subordinados ¿Sus hijos, quizás su esposa?
-No, esta vez
fue una puñetera conductora de un esmirriado Fiat, me adelantó
en la autopista, yo la sobrepasé a ciento
treinta, jugándome el carnet y los puntos, pero la muy
zorra, me pasó por la derecha a ciento cuarenta, hice lo que usted me dijo la
semana pasada, conté hasta diez, pero la muy desgraciada me estaba cogiendo una
ventaja insoportable, así que le aticé a mi Audi hasta ciento
cincuenta y me puse a su lado, ella, se estaba burlando de mí, el coche tuneado, de eso no hay duda, me
adelantaba una y otra vez.
-¿Les
detuvieron?
-No, pero los
radares soltaban destellos como si fuera la fuente de Montjuïc en la Mercè. Me
van a caer al menos tres multones, pero no me importa el dinero, doctor,
no es ese el problema, sino que no puedo controlar mi impulso de ser más y
mejor que el resto de la gente. Su terapia no está resultando…y no es barata,
por cierto. Pago con gusto pero quiero lo mejor. Me entiende, ¿no?
-Sólo lleva
tres sesiones y no es usted un paciente fácil, trate de seguir el guión que le
fotocopié la semana pasada, si usted no pone de su parte, no será posible
curarle.
-Vale, perdone, doctor, comprenda que soy un hombre de acción, necesito
resultados.
-¿Algún
sueño?
-Sí, esta
noche he tenido un sueño muy raro, aquí está. Lo he escrito como me dijo.
Del bolsillo
de su pantalón sacó un hoja de papel pautado en el que había escritas varias
líneas con una caligrafía grande y emborronada.
-Léamelo.
-Estoy
en el despacho, a punto de entrar en la reunión del consejo de accionistas
cuando oigo un ruido en la ventana, miro y es una bella cacatúa, su rostro no
es de pájaro sino el suyo,- perdón doctor pero es así, sigo: con
el pico da golpes en el cristal, abro y la cacatúa me dice con una sonrisa, en
vez de pico ahora tiene los labios carnosos, que es importante comprar las
acciones de Acerinox. Y eso hice esta mañana. ¿Qué le parece? ¿tiene
algún significado?
-Todos los
sueños tiene significado, su contenido forma parte de lo más profundo del ser
humano, aunque sueñe usted con situaciones o lugares desconocidos, no le quepa
duda de que poseen una significación a la espera de ser interpretada. La
cacatúa es un animal conocido por su facultades canoras, es la imagen que
vulgarmente se asigna a las mujeres parlanchinas, viejas y pesadas; a usted mis
silencios le incomodan, el sueño revela que le gustaría verme en su situación,
ser usted el dominante, quien da las instrucciones y escuchar mi
parloteo.....sin embargo, esa cacatúa le ha regalado un consejo bursátil. ¿Le
ha hecho caso?
- Sí. Acabo de consultar en mi móvil el cierre de la bolsa y he comprobado que
ha sido un consejo muy acertado, las acciones se han disparado y ahora valen
bastante más que ayer.
-Interesante.
-¿Le he dicho que en mi infancia me dedicaba a matar gorriones desde la ventana
de la habitación de mi niñera en nuestra casa de campo?
-Lo dejaremos para la próxima semana. Siga anotando sus sueños, y... bueno yo
también juego en bolsa ¿le importaría avisarme si en sus sueños se produce otro
consejo o recomendación relativo a inversiones económicas?
Ilustraciones, Agence Eureka.