sábado, 11 de agosto de 2012

Agua nada más (1)



Moonrise, 1835-1837.  Caspar David Friedrich, 1774-1840


No sé donde he leído que la deformidad funciona como  una revelación, contrahechos en el interior,  la mayoría de la gente  nos esforzamos en ocultar, en disimular la  fealdad  para vestirla  como virtud pública.
Otros,  tiene un genio creativo tan  poderoso que  son capaces de transmutar la deformidad hasta convertirla en una obra que ilumina la vida de millones de personas, o de nadie  porque permanece enterrada como un tesoro a la espera de que alguien descifre el mapa.    


David Foster Wallace, escritor estadounidense (1962-2008)   pronunció  un discurso memorable en la ceremonia de graduación en la Universidad de  Kenyon.  En esa época era un escritor estrella, reconocido y envidiado, que arrastraba simpatías fanáticas y antipatías  furibundas, se decía de él que era el escritor que mejor retrata las vergüenzas y las debilidades  de la sociedad norteamericana contemporánea.

Su obra es una formidable exhibición de cultura, perspicacia e inteligencia, pero nada comparable con la sencilla exposición sobre  lo que constituye una vida honrosa, en la que los títulos académicos y triunfos profesionales no  figuran en el guión.  Esto es agua, es el título de su discurso. Transcribo  parte de su contenido.


Dos peces pequeños están nadando, y se cruzan con un pez mayor, que  se dirige a ellos: “Buenos días, chicos, ¿cómo está el agua?” Y los dos peces jóvenes nadan un rato, hasta que uno de ellos mira al otro y dice: “¿Qué es el agua?”

Si en este momento, estáis preocupados pensando que tengo la intención de presentarme aquí como el sabio viejo pez capaz de explicar qué es el agua a los peces más jóvenes, por favor, no os preocupéis. Yo no soy el sabio viejo pez. El punto inmediato de la historia de los peces es que las más obvias, importantes, y presentes realidades son, a menudo, las más difíciles de ver.  Declarado como una simple frase, claro, esto no es sino un tópico banal, pero el hecho es que, en las trincheras del día a día de la existencia adulta, los tópicos banales pueden tener importancia de vida o muerte. Esto puede sonar a exageración, o a juego de palabras abstracto.

Una alta proporción de las cosas que tiendo a ver automáticamente como certezas resultan ser totalmente equivocadas y engañosas. He aquí un ejemplo del error absoluto de algo que veo como seguro: todo en mi propia experiencia inmediata apoya mi profunda creencia de que soy el centro absoluto del universo, la persona más real, más viva y más importante de la existencia. Rara vez hablamos de este tipo de egocentrismo natural y básico, porque es socialmente repulsivo, pero en el fondo es cierto para todos nosotros. Es nuestra configuración predeterminada, determinada desde el  nacimiento. Pensad en esto: no hay experiencia que hayáis tenido de la que no estuvierais en el centro absoluto. El mundo como lo experimentas está delante de ti, detrás de ti, a tu izquierda o a tu derecha en tu televisor o su monitor, o lo que sea. Los pensamientos de las otras personas y sus sentimientos deben ser comunicados de alguna forma, mientras que los tuyos propios son inmediatos, urgentes, reales. Pero, por favor, no te preocupes, no me estoy preparando para predicar acerca de la compasión o de las llamado “virtudes”. Esto no es una cuestión de virtud; se trata de hacer la elección de hacer el trabajo de alterar o liberarme de mi configuración predeterminada, profunda y literalmente, centrada en mi mismo, y ver e interpretar todo a través de esta lente diferente.


Porque aquí hay algo más que es cierto. En las trincheras del día a día de la vida adulta, en realidad no existe el ateísmo. No existe el no adorar. Adora todo el mundo. La única opción que tenemos es decidir qué adoramos. Y una razón excelente para la elección de una especie de Dios o de tipo espiritual, como objeto del culto – ya sea Jesucristo o Alá, Yahvé,  Wiccan, la  diosa madre o  las Cuatro Nobles Verdades, o un conjunto de principios éticos inviolables – es que casi cualquier otra cosa que veneres te comerá vivo.  

Si adoras el dinero y las cosas – si ellas dan el sentido a tu vida – entonces nunca tendrás lo suficiente. Nunca sentirás que tienes suficiente. Adora tu propio cuerpo y la belleza y el atractivo sexual y siempre te sentirás feo, y cuando el tiempo y la edad se empiecen a mostrar, morirás un millón de muertes antes de que finalmente te alcancen. Por un lado, todos sabemos estas cosas ya – han sido codificada en los mitos, proverbios, clichés,  epigramas, parábolas: son el esqueleto de toda la gran historia humana. El truco está en mantener la verdad por delante en la conciencia cotidiana. Adora el poder y te sentirás débil y asustado, y necesitarás cada vez más poder sobre los demás para mantener el miedo a raya. Adora tu intelecto, ser visto como inteligente y terminarás sintiéndose estúpido, un fraude, siempre a punto de ser descubierto. Y así sucesivamente.

La libertad más preciosa es la que no está presente en el mundo de logros y triunfos. Esa clase de libertad implica atención, conciencia y esfuerzo, ser capaz de preocuparse por otras personas  y sacrificarse por ellas, en una infinidad de pequeñas y nada apetecibles formas. Esa  elección personal es la auténtica libertad.  
La Verdad con V mayúscula es sobre la vida ANTES de la muerte.
Es acerca del valor real que posee una educación verdadera, la cual tiene muy poco que ver con el conocimiento, y mucho que ver con estar consciente, consciente de que es lo verdadero y lo esencial, a simple vista tan escondidos por todas partes, todo el tiempo, tanto, que precisamos recordarnos a nosotros mismos una y otra vez:
‘Esto es el agua’
‘Esto es el agua’


Danzarines etruscos 400 a.C
                                          
Mientras leía el discurso, se encuentra en la red en versión original y traducido al español,  pensaba que  a D.F.W  le abandonaron sus palabras o le faltó valor para mirar la negrura,  ciego en el  momento más oscuro de su vida; cuando  más necesitaba saber que, a pesar de  nadar a manotazos y boqueando, era solo agua. 

Baruch Spinoza, aparece en el discurso. No lo cita, ni falta que hace, esa apabullante obviedad de que  lo inmediato y más común es invisible mientras nos  pelearnos por lo  incierto y lejano, tiene el sello de Spinoza  El filósofo sonriente al que escupieron en vida; el que se propuso  conocer  la naturaleza del agua, la que fluye dentro y  fuera de nosotros. Señalado como hereje, un apestado que lejos de vivir con amargura sus días de maldición (maldito sea de día, maldito sea de noche, en su reposo y en su vigilia). Fórmula del Herem que no logró  derrotarlo, al contrario, le dio la fuerza necesaria para escribir  El tratado de  la reforma del entendimiento y el  Tratado teológico político, por ejemplo. Dos hombres deformes en busca de una Revelación.

domingo, 5 de agosto de 2012

Parece que va a granizar






Vuelta a casa, echo una mirada al cielo, con la bobalicona esperanza de que escampe pronto esa mole gris y tenebrosa, llamémosle nubarrón, que con aviesas intenciones amenaza  nuestras cabezas, bienes y lo que se ponga por delante.
A las penas, puñalás,  así que para iniciar  la temporada bloguera no se me ocurre nada más indicado que  las cabezas de ajos literarias, guirnaldas de palabras para colgar en la cocina, junto a la  lumbre que alimenta el pensamiento. Un conjuro de probado y benéfico efecto  para ahuyentar la malquerencia y otras bestias que gustan paladear el corazón humano.      
 

Capítulo LVIII
Que trata de cómo menudearon sobre don Quijote aventuras tantas, que no se daban vagar unas a otras

Cuando don Quijote se vio en la campaña rasa, libre y desembarazado de los requiebros de Altisidora, le pareció que estaba en su centro y que los espíritus se le renovaban para proseguir de nuevo el asumpto de sus caballerías y volviéndose a Sancho le dijo:
—La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad,así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en mitad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve me parecía a mí que estaba metido entre las estrechezas de la hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos, que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recebidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre ¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo.

 http://cvc.cervantes.es/literatura/clasicos/quijote/edicion/parte2/cap58/default.htm#np1n