domingo, 16 de noviembre de 2025

Primates que intuyen la ignorancia

 

Imagen creada por IA


En el sombrío panorama social actual, elijo orientar mis lecturas hacia derroteros más placenteros. Hace unos días leí un artículo sobre la intuición en los primates, en concreto en los bonobos. Estos animales parecen detectar cuándo un humano o un congénere ignora algo que ellos sí conocen. Ante un interlocutor ignorante, su reacción no es el menosprecio ni la indiferencia; al contrario, se disponen a enseñar a quien no sabe.

Este comportamiento resulta asombroso porque implica dos elementos que con frecuencia se han atribuido en exclusiva a los humanos: la intuición y una forma elemental de altruismo. Es probable que algo semejante se dé también en otras especies. Lo que más me llamó la atención es que el estudio señala que los grandes simios pueden rastrear la ignorancia ajena y ajustar su conducta para ayudar. Por ejemplo, en pruebas con bonobos, cuando el humano no sabía dónde estaba la comida, los simios señalaban antes y con más frecuencia el escondite correcto, lo que indica que representan a la vez su propio conocimiento y la falta de conocimiento del otro.

Si esto es así, cobra sentido pensar que en algún punto de nuestra evolución se produjo un descalabro biológico y social. A fuerza de abrirnos camino para asegurar la supervivencia, nos hemos convertido en depredadores muy sofisticados. “El saber es poder” y “quien sabe calla” son dos aforismos que recomiendan silenciar lo que sabemos: primero, para conservar una posición de superioridad, y luego, para reservar ese saber en beneficio propio.

En cuanto a la intuición, conviene que rectifique: no es una facultad exclusivamente humana. Quienes hemos convivido con animales de compañía —en mi caso, gato y perro— sabemos lo desarrollada que la tienen. Puede que no anticipen nuestra ignorancia, pero sí captan con nitidez nuestros estados emocionales, y lo demuestran compartiendo la pena o la alegría a su manera.

A medida que se multiplican los estudios sobre especies animales y vegetales, aflora la evidencia de que no somos los más listos del planeta; en muchos casos quedamos atrás en comportamientos sociales que exigen inteligencia fina y compasión. Aunque hay que reconocer que nuestras destrezas son superiores en tecnología, en arte y otras disciplinas humanas, pero con demasiada frecuencia carecen de alma y de un propósito que trascienda la reafirmación del yo. Compartir conocimiento (gratis) nos daría la posibilidad de evolucionar para alcanzar algo parecido a una sociedad más bonoba.