sábado, 27 de junio de 2009

Saxífraga




No había día que Saxi -abreviatura de Saxífraga- se fuera a la cama sin antes beber una Coca Cola de medio litro. Para Saxi, la Coca Cola era su valeriana, su vaso de leche caliente y su tila. Ese líquido dulzón y pejagoso al tacto era su único vicio. Una adicción que contravenía el sentido común y las prescripciones médicas. Ni la cafeína de la bebida ni su efecto efervescente le causaba a Saxi ningún trastorno de salud o de sueño, al contrario, si por una de esas circunstancias raras en su vida, se quedaba sin Coca Cola, no había ninguna posibilidad de que pegara ojo en toda la noche.
-Saxi, hija mía estás como una puta cabra, me perjudicas, me das mala fama. ¿Con qué cara puedo recomendar a mis pacientes que se tomen una infusión de melisa y azahar para conciliar el sueño? Si es que estás poseída por Satanás, príncipe de las tinieblas. Si al menos quisieras tomar la Coca Cola de los huevos sin cafeína o light, pero nada, tú, con tal de joder a tu madre, haces el pino en un cable de la luz.

Saxi no contestó, continuó envolviendo lentamente un paquete de pastillas de magnesio para la clienta que le acababa de hacer el encargo por teléfono. Ante el silencio de su hija y la parsimonia de sus gestos, Lupe se retorció las manos y  atusó la cabellera rubia que le llegaba casi hasta la cintura regordeta y recta, con un nerviosismo que anticipaba uno de sus ataques de ansiedad.
-¡Sí, sigue, callada y burlándote de mí! Cría cuervos, así me lo pagas, con el sacrificio que te he dedicado, el mejor colegio de Barcelona, la mejor ropa y mírate, estás hecha un adefesio, fea y  sebosa.
La puerta tintineó para dejar paso a dos mujeres jóvenes.
-Buenos días, ¿en qué podemos servirlas?
-Mi amiga y yo queremos que nos de algo para animarnos un poco, pero que sea natural ¿eh? nada de química.

-Todo es química- dijo Saxi con un tono de voz seco.
Química, química! ¡Bah, paparruchas! No hagan caso, mi hija anda muy preocupada por el medio ambiente y -Lupe se llevó el dedo índice a la sien, moviéndolo en círculos, gesto universal de chifladura.
-Les voy a dar un producto natural cien por cien que me lo traen de la Amazonia, de los indios Yanomami.
Se oyó una carcajada que retumbó en la estrecha tienda de productos de herboristería.
-Yanomami, ya te gustaría a ti que fuera de esos indios, eso está hecho en Granollers. No engañes, madre.
-Saxi, haz el favor. Disculpen, mi hija está muy delicada de los nervios.. Esto es Maca y Guaraná, infalible. ¿Para qué lo quieren? ¿Para los estudios, quizás?
Contestó la mujer más alta de las dos. No apartaba la vista de Saxi,  la miraba con fascinación de antropóloga ante una desconocida especie humana.
-Es para aguantar por la noche, es que somos azafatas.
-Azafatas, claro. De congresos y ferias. ¿A que sí? De esas que acompañan a los señores a hoteles de lujo…mmm.
-Qué cruz tengo. Perdonen, mi hija no sabe lo que dice, está enferma. Como les decía. Esto es ideal para aguantar todo el día  sin sentir el cansancio. Treinta euros bien gastados.
La mujer alta, con los brazos cruzados sonreía con retintín mientras la otra  pagaba.
-Yo a ti te conozco.
-¿Sí? Pues no sé de qué.
-Tú eres Vanessa, la que trabajó hace dos años en el tugurio de Richi, una tarde por semana, conocida como la marquesa, por los pocos clientes que te hacías.
-¿Cómo? Se confunde, mi hija ha ido a las Teresianas,  jamás ha pisado un antro.

-Si usted lo dice. Adiós marquesa, que ya sabes, en Richi siempre andan buscando las de talla ciento veinte.  
Cuando las mujeres se marcharon Lupe le preguntó a su hija con la voz temblorosa.
-¿Has practicado el pu... la prostitución?  Saxi , ¡por Dios, no me mientas!
-Pues sí, era entretenido y se conocía gente.  
-Lupe se dejó caer en la silla, detrás del mostrador. No podía imaginar que esa criatura a la que parió cuarenta años antes, poniéndole el nombre de  saxifraga longifolia, planta perenne preferida de su marido, el ya difunto insigne botánico, ateo y masón Salustiano , hubiera sido una meretriz por horas y por vicio. Con lo que le costó inscribirla en el registro civil, que el encargado se negó al principio, hasta que le convencieron de que Saxífraga era tan correcto, a efectos registrales, como Violeta o Rosa. 
-¡Qué degradación moral! si tu padre te viera.
-Pues estaría muy contento porque él creía en el amor libre y en el nudismo integral.
-Sí, pero el amor libre y gratuito, no de pago, desgraciada.

-En eso tienes razón, pero gracias a ese dinero pagué el crucero que hicimos por el Rhin -Con esas palabras y por ese día, madre e hija hicieron las paces.

Ilustraciones: cactus: Iconographie descritive des cactées. Antonine Lamaire, 1800-1871.
Flor de cerezo: Gifu prefectural library. Japón, acuarela inspirada en la colección del botánico Miyoshi.

3 comentarios:

  1. ¡Joder, que familia!.

    Voy poco a las farmacias, pero procuraré aún más guardarme de ellas.

    Espero impaciente el siguiente capitulo de "santos y malajes".

    Atentamente,
    Anónimo.

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  2. cullons!
    pues la farmacia de enfrente de donde trabajo la regentan dos hermanas gemelas: bajitas, con gafas y de largo -larguísimo- pelo canoso. El primer día, una fue a la trastienda y la otra entró por la puerta principal unos segundos más tarde: flipamos, parecía la misma mujer. Pero no.

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  3. Anónimo, ten paciencia que pronto habrá otra entrega.

    Marieta, te he dicho mil veces que no frecuentes sitios raros.

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