jueves, 8 de julio de 2010

Versos


 Miguel Hernández y Josefina en Jaén, 1937.


Desde la fila once, lateral y asiento par, Isona echó una foto del escenario vacío, luego miró al cielo, un puntito brillante asomaba detrás de la nube rota que tenía forma de pera conference.

Sólo quien ama vuela.
Pero ¿quién ama tanto que sea como el pájaro más leve y fugitivo?    
   
-¡Qué bueno es el tío! Ahora viene:  Amar... Pero  ¿quién ama? Volar... Pero ¿quién vuela?  

Isona cruzó las piernas  sin dejar de abanicarse y lo hizo con tanta furia que dos varillas del abanico fueron a parar al suelo.
-¡Quién pudiera volver atrás en el tiempo y correr delante de los grises!

Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido.

El nostálgico apretó el sudoroso y rollizo brazo contra el omóplato descarnado de Isona, al poco rato  juntó su pierna peluda, desnuda de rodilla para abajo, en el muslo de ella, eufórico por los versos cantados y el contacto con piel de mujer. Le propuso  una cita para aquella misma noche.
Un ser ardiente, claro de deseos, alado  
quiso ascender, tener libertad por nido.
          
-Yo a ti  te conozco, te he visto antes ¿tú estuviste en la manifestación de Amnistía Llibertat i Estatut de Autonomía? ¿A que sí? A mí no se me olvida jamás una cara. ¿Damos juntos un paseo cuando acabe el recital?

El movimiento del abanico parecía el aleteo de una mosca hambrienta y rabiosa, a punto de posarse sobre  un apetitoso despojo. Con un movimiento rápido y efectivo, Isona asestó un golpe de abanico cerrado  en la tripa de su pretendiente. 
El hombre yace. El cielo se eleva. El aire mueve.

Ay! -El hombre restregó su mano sobre la camiseta negra, a la altura de lugar donde había recibido el golpe, las lágrimas le anegaban los ojos y aunque le resbalaban por la mejilla mal afeitada, no quiso limpiarlas, hacía tanto tiempo que no lloraba que se sintió poseído por una emoción cálida y acogedora que deseaba saborear. El llanto benéfico no solo le mojaba las perneras de los pantalones  bermudas sino que le procuraba tal  alivio que se sentía volar, como si su  espíritu  se hubiera separado, por fin, del cuerpo. Isona y el resto de público de la grada  le chistaron para que enmudeciera, pero él no podía escucharles, arrebatado  por  la emoción.  Lloraba  mientras repetía:  gracias, gracias ¡qué Dios te bendiga!  yo sólo necesito amor  y tú me has dado  un poquito esta noche. Así continuó varios minutos hasta que dos guardias le sacaron en volandas del teatro, en la zona de los camerinos comprobaron que no tenía entrada  y que era un mendigo, de esos que viven en Montjuïc cuando llega el buen tiempo.       





    
    

       
     

6 comentarios:

  1. ¡Encantador relato, con esa mezcla entre personajes y poemas de Miguel Hernández!.
    Da la sensación que los personajes están en dos planos universales diferentes, aunque fisicamente estén en el mismo punto del tiempo espacio, y el choque del abanico en la tripa del desquiciado, es como esa ínfima fracción de antimateria que se cuela en nuestro universo, desencadenando una transformación brutal de energia (de emociones y sentimientos en esta ocfasión).
    Amaltea quedo a la espera de más relatos.
    Un abrazo.

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  2. Eso es precisamente lo que quería representar: gente perdida en una realidad en la que no se reconocen. Algunas veces el contacto de dos que buscan lo mismo -aquí no es el caso- provoca una explosión vital de felicidad, una especie de nirvana que siempre deja huella para el resto de la vida.
    Un gran abrazo.

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  3. LA REALIDAD NO COINCIDE NUNCA CON LO QUE QUEREMOS. SIEMPRE ES MÁS O MENOS. TU DAS MÁS...

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  4. Qué razón tienes Manuel Maria, no coincide con nuestros deseos y, casi siempre la realidad -que es un enorme mosaico- la percibimos como si fuera una pequeña tesela.

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  5. Amaltea, con estos peazo relatos no irás nunca a Jolibut! te lo aseguro. No entiendo cómo pero me dejas con un mal cuerpo que "pa qué" -y eso, querida, no vende-. Con lo bien que escribes si fueses un poco más mediocre con la temática y el fondo fijo te contratan como guionista.

    Besitos.

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  6. Pues prefiero la costa mediterránea a la californiana; Aquí tampoco vendo guiones pero se está infinitamente mejor y no la atraviesa esa placa maldita a punto de parir el big one.

    Amaltea despechada

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