lunes, 14 de febrero de 2022

La espía rusa

 



Hubo un tiempo en el que leía a Le Carré y añoraba (sin haber tenido la experiencia) la vida de espía solitaria, cínica y con un pasado amoroso desdichado. Esas lecturas tenían lugar en el bus y en el metro. Recuerdo que a los dieciocho años la vida interesante estaba en mi imaginación. Transitaban por mi mente los personajes de las novelas que leía: sufría, me enamoraba, lloraba y reía con ellos. Esta época dorada se acabó, de manera que perdí para siempre la inocencia lectora. 

Me fastidia, pero es un hecho que cuando pasan los años pocas  son las lecturas que nos asombran y conmueven. El déjà vu asoma como un  tic. Todo es previsible, nos percatamos de los trucos argumentales y eso conduce a no entrar  de verdad en el territorio sagrado de la historia que otra persona imaginó y escribió.  

Ahora que estamos ante el relato de una posible guerra en Ucrania y que los rusos son los malos, un esquema  tan maniqueo como falso, de buena gana sería espía rusa. Ni por un momento me gustan las guerras y si esta  estallara,  sería una atrocidad, una desgracia para miles y millones de personas que habitan la zona conflictiva.  

Pienso en los rusos y me viene a la cabeza el sin fin de penalidades históricas que han padecido, pero también la fortaleza de un  pueblo que ha aportado a la cultura universal  obras que definen un espíritu  sensible, comprensivo y compasivo  con la naturaleza humana. Tolstoi, Chejov, Dostoievski, Bulgákov, Pasternak, Svetaieva, Ajmátova  y tantos otros, pintores, músicos, científicos. Me resisto a aceptar que son nuestros enemigos.  


Pertenecemos a la misma cultura humana y ni por un momento los siento ajenos. Si hablara ruso, algo más que unas pocas palabras, ofrecería mis servicios para evitar que Europa se divida -aun más-y que los intereses económicos y geoestratégicos se impongan a la razón pacífica, la que une a los seres humanos en el objetivo de cooperar para el bienestar de todos. Soy pesimista, parece que el mundo está condenado a repetir en bucle la mística bélica, un mal asunto que solo provoca sufrimiento y un regreso a los infiernos. Y comparto la frase de Alice, la que da inicio a la novela de Le Carré (1965), El espejo de los espías: No me importaría ser un peón, si por lo menos pudiera unirme al juego

      

8 comentarios:

  1. Pues tus peores presagios, Marga, se cumplieron ayer con la invasión, por tierra mar y aire, de Ucrania por Rusia. Una pena y una desgracia. De acuerdo que no hay "buenos" ni "malos" genéricos, pero sí hay personas mucho peor que otras. Como Putin, este tipo execrable, al que no le importa nada la vida humana. Pobres ucranianos, pobres rusos. Pobre Europa.
    Por cierto, la imagen de tu entrada es de la escena final de "El tercer Hombre", ¿no?. Es una de mis películas favoritas de todos los tiempos, y la escena final simplemente memorable. Solo me falta la música de cítara de Anton Karas. Saludos.

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    1. ¿Qué decir, Jorge? A veces nos ciegan los deseos y nos olvidamos del principio de realidad. Me resistía a creer que se llegaría a esta espantosa situación. Daña el corazón y la razón comprobar que al final, por más tecnología y tradición cultural que exista, se impone la fuerza física y las armas.
      A mí también me encanta la cítara que puntea la película, una joya, historia y música, que nunca cansa.

      Un abrazo grande.

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  2. Sobre la fotografía inicial, un pensamiento. Hay dos películas que me impactan por su principio y por su final. Una, por su comienzo: Sed de mal, de Orson Welles, trepidante y con una música acorde a la acción de es principio Y otra, El tercer hombre, de Carol Reed, por esas pausadas, lentísimas, escenas finales, en que crees que todo aún puede ser posible cuando todo está ya decidido, lo cual eleva el film al olimpo de las películas. Con su correspondiente acompañamiento melódico genial obra de Anton Karas. Cuando contemplo esa escena última me estremezco: lleva al confín de la naturaleza humana.

    Ahora que he soltado este rollo voy a leer lo que escribes.

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  3. No es una cuestión de enemigos, Marga. Y de momento no hay una guerra en el sentido de declarada como en tiempos pretéritos. Esto es una invasión cruda, desgarradora y sin nombre de la nomenklatura rusa capitaneada por Putin, y como muchos creemos, llevados por su afán de restaurar el Imperio del zar. Rusia solo conoce autocracias y con el mismo hilo conductor.

    De momento no hay una oleada mundial de reacción anti rusa. En el sentido de meter a todos en el mismo saco. Si hay en su momento antirusismo como hay anti semitismo ya lo denunciaremos. Por cierto, sospecho que Putin es un antisemita disfrazado, como lo fue Stalin o antes los zares, que no se disfrazaban. Así que no nos precipitemos.

    Por mi parte jamás permitiré que se hablara mal de esa serie de escritores rusos que nombras y cuyas obras siempre tengo en cercanía. Precisamente en breve espero comenzar El maestro y Margarita, de Bulgákov, que no debe ser fácil y me exigirá concentración extrema (ya sabes, situarse uno en otro tiempo y país y circunstancias), pero antes tengo que terminar la fabulosa Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro, que te recomiendo vivamente.

    Ya te digo: cultura tradicional es una cosa e imperialismo (con sus elementos culturales pero demagógicos también) otra. Si a Putin le sale esta, y me temo que va a salirle en parte al menos, seguirá intentando nuevas aventuras europeas (Letonia, Lituania, etc. y balcánicos) y caminaremos hacia un riesgo monumental en poco tiempo.

    Son pensamientos propios provisionales, pendientes del curso de los acontecimientos en los próximos días.

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  4. Fíjate que cuando escribí la entrada no pensé que viéramos un horror semejante. Está claro que es intolerable la agresión y que, por las hechuras de lo que está sucediendo, no creo que vaya a finalizar sin más dosis de sufrimiento. Duele la incapacidad de llegar a acuerdos sin la amenaza y el ataque sin miramientos a la población civil. Cada vez me siento más pesimista frente a la fuerza y al odio, motores que están detrás de un guerra insensata( como todas)
    Respecto a Elena Garro, te doy la razón. Con Eugenia Tusquets y la periodista Susana Picos le dedicamos este podcast:

    https://podcasters.ivoox.com/#/episodes/47688308

    Gracias, Fackel,tus observaciones siempre dan en el clavo.

    Abrazos

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  5. Nos hemos pasado toda la pandemia (y aún no ha terminado) diciendo: "Ojalá acabe pronto todo esto", y ahora decimos lo mismo con la guerra de Ucrania. Vamos saliendo de una pesadilla para entrar en otra. Seguiremos esperando.
    Fuerte abrazo, Marga.

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  6. Desde luego, Jorge, estamos en un bucle de miedos y queda poco optimismo, sin embargo hay que intentar seguir adelante con nuestros proyectos. El desánimo es lo peor y a pesar de todas las sinrazones de esta mundo, la actitud debería ser la que nos contaba Viktor Frankl en El hombre en busca de sentido. Hay que buscar sentido al sufrimiento e intentar que nuestras acciones sirven de ayuda tanto para los otros como para nosotros.

    Otro gran abrazo.

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  7. La verdad es que John Le Carré, es uno de esos escritores extraordinarios que ha dado la historia. Escribió aventura, intriga, ficción, dejando atrás de sí un auténtico listado de novelas que son, casi todas, best sellers a nivel mundial. A mi en concreto, la novela que más me gustó de John Le Carre fue: La chica del tambor, que es una novela épica, y digna de lectura, por parte de todas las personas a quien les guste este autor.

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