jueves, 18 de enero de 2024

Amor de Lama

 

En alguna ocasión he hablado de mi amiga Casilda. De sus tropiezos y  mala suerte amorosa. Sus idas y venidas con hombres de todo pelaje no han mermado en nada su confianza en el Amor, con mayúscula. Desde luego, le digo mil veces que, en lo referente a los hombres,  todo lo hace mal y así le va.  Admiro de Casilda su  voluntariosa ilusión, a pesar de las decepciones incontables. Cree que ese hombre ideal con el que sueña, en su imaginación un tipo adorable en todos los aspectos,  la está esperando en algún lugar a la vuelta de la esquina.  ¡Por Dios, qué inocente eres! Le digo. Somos amigas desde la infancia y podemos enfadarnos y reconciliarnos sin que esos pequeños desencuentros tuerzan nuestra amistad.

El día siguiente de Reyes fuimos juntas a un funeral. Se nos ha muerto un amigo y allí estuvimos las dos, con nuestros abrigos negros que solo  nos ponemos en los funerales de invierno. No lloramos porque nuestro difunto amigo murió en la cama, en los brazos de su nueva novia. Una muerta fantástica, ¡quién la tuviera! Decía Casilda. Hacía solo pocos meses que los ahora difuntos  se habían conocido y fue para ambos el amor definitivo. Murieron en un abrazo pacífico, la culpa, o la dicha según se mire,  la tuvo una estufa de gas.  Envidiable final para los románticos. En el funeral, Casilda me susurró al oído: ¿Has visto a ese bajito que está en la segunda fila? ¿El de la melena gris? Sí, ese mismo. ¿Qué le pasa?  Pues que nos hemos cruzado una mirada  cuando el coro cantaba  la canción de Serrat. Hoy puede ser un gran día era la favorita de nuestro amigo. Y también es una de mis preferidas. ¡Esto no puede ser otra cosa que una señal del destino! 

Salimos de la capilla y el hombre de la melena gris se acercó a nosotras. Nos besó y exclamó con una alegría impropia en un tanatorio: ¡pero qué puñeteras sois! ¿me recordáis?  Por más que me esforzaba, mi memoria  no daba con el personaje,  sonreí sin decir ni una palabra. No como Casilda, que por no desaprovechar la oportunidad de quedar bien con el destino, le dijo:

-¡Claro que me acuerdo, qué tiempos aquellos!

Cada día os daba hostias! Y echó una risotada que incomodó a los deudos, pues la gente pululaba a nuestro alrededor dando el pésame a los familiares.

Entonces lo recordé,  fue  aquella carcajada extemporánea la que rescató de la memoria remota la identidad de aquel bajito barrigón, con pendiente de aro plateado en la oreja izquierda: ¡el monaguillo de nuestro colegio!

Sin hacerme ni caso, se abrazaron con fuerza y se besaron cerca de los labios. El ex monaguillo le dijo a Casilda.

-Nunca te he olvidado

-Y yo tampoco- Contestó ella.  

Creo que las declaraciones de los dos eran mentira, pero qué importa. Se notaba que querían liarse cuanto antes. Les dejé solos enseguida, paré un taxi y me fui a casa. Casilda no me llamó hasta el mediodía siguiente.  Habían pasado la noche juntos y  planeaban que él se iría a vivir con ella  en pocos días, el tiempo necesario para hacer la mudanza y empaquetar sus cosas. Le recriminé a mi amiga su precipitación, un error que siempre la llevaba al fracaso irremediable. Pero Casilda no sigue ningún consejo sensato, ella, que se las da de racional, tiene la emocionalidad de un pubescente.

-Casilda, ese hombre no te conviene. Piénsalo bien  antes de meterlo en tu casa. Dices que se acaba de jubilar, y no sé de qué porque me dices que los últimos diez años los pasó rezando por la paz del mundo en un monasterio budista. ¿Pero tú crees que este hombre puede compartir la vida contigo? No creo que sea una buena decisión. 

-¡Qué va, te equivocas, es una excelente decisión. El se dedicará a cocinar y arreglar la casa.  Figúrate el ahorro. Despediré a la mujer de la limpieza. Cuando llegue a casa del trabajo, estará Óscar esperándome  con una copa de vino  blanco y  sopa ramen. Se ve que el monasterio era de budistas japoneses y domina el sushi.

-Eres abstemia y el pescado crudo te da alergia.

- Pues con un vaso de agua, qué más da, y un muslo de pollo. Lo importante es que me estará esperando.

-Tú eres idiota, además de ser teniente coronel, y él solo busca ahorrarse el  alquiler.

-Sí, lo que tu digas, pero se ha hecho lama, es  un líder espiritual como si dijéramos, precisamente  lo que yo andaba buscando. Es el hombre ideal,  me conducirá por los derroteros del amor espiritual y carnal, que lo uno no quita lo otro   

Han pasado dos meses y  lo último que sé de mi amiga es que ha dejado el ejército, Ahora vive con su lama en un pueblo de Teruel. Han adoptado ocho cabras  y practican el saludo al Sol todas las mañanas, según me cuenta.  Lo que ella no sabe es que Óscar está en busca y captura por un delito de estafa a mujeres incautas con el cuento del budismo. Y lo que Óscar no sabe de Casilda, o quizás ya lo sabe a estas horas,  es que es campeona internacional de tiro al plato y, sobre todo, es una mujer que responde a las traiciones y desplantes con la frase lapidaria de los vengativos: ni perdón ni olvido. Les deseo lo mejor, en especial a las cabras. 

6 comentarios:

  1. No te conozco lo suficiente para calibrar si nos has traído un cuento de tu caletre o esto realmente forma parte de una persona que realmente conoces, una teniente coronel llamada Casilda. Me. inclino por la primera opción, la de que es un relato imaginativo, con cierta base de inspiración en la realidad. Lo he leído de un tirón y me ha gustado. Mujeres del estilo de Casilda, las hay. Ahora no me cuesta pensar en una que tengo muy cerca y solo tiene treinta años pero por un hombre es capaz de cualquier cosa pese a sus sonoros fracasos por un motivo u otro. Yo lo veo desde fuera y como tú en el cuento querría advertirle pero es inútil. Tu amiga es militar y campeona de tiro olímpico jajaja. Es un relato muy bueno, me ha encantado. Saludo.

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  2. No sé qué base real tiene esta historia pero tiendo a pensar que es ficción, aunque puede poseer una base de realidad. Algo así como inspirada en hechos reales, pero es demasiado buena para ser solamente real. Me lo he pasado bomba leyendo los avatares de la amiga Casilda y su pasión por hombres que no le convienen. Lo del monaguillo ha sido genial, y ahora su vocación de lama budista jajaja. No me cuesta encontrar a una Casilda dentro de mis familiares o conocidos. Pienso en una mujer de treinta años especialista en hombres que no le convienen por los que pierde el oremus. Pero la militar Casilda es campeona de tiro olímpico y puede que no sea tan fácil estafarla como quiere el lama budista. Muy bueno el cuento. A veces me cuesta leer los posts pero en este caso me he sentido absorbido por la historia. Saludos.

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  3. Pensaba que no se había publicado, me había dado error. Dejo las dos versiones de mi comentario, muy próximas.

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  4. Hola, Joselu. Disculpa la tardanza en contestar, pero con amigas como Casilda no queda otro remedio que echarles una mano cuando la pifian. Es una ficción basada en "hechos reales". Quita cuatro licencias poéticas y deja el resto como verídico. Ya sabes que la vida es mucho más rocambolesca y estrafalaria de lo que nuestra imaginación alcanza.
    Gracias y un abrazo.

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  5. Me temo que hay mucha gente así hoy en día. Un beso

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  6. Sí, Susana, estamos rodeados. Un abrazo

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