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domingo, 16 de octubre de 2011

Roman Opalka, Detail, julio de 2007. 



Hace unos meses conté que una señora alemana, lectora de este blog, me envió un comentario muy crítico, lo hizo por correo electrónico porque no le gusta la exhibición en internet. Desde entonces, la señora lectora se ha convertido en mi referente, exagero un poco, pero  es verdad que aprecio mucho sus agudas observaciones  porque sé  que sólo la anima el deseo de crítica constructiva en un intento de mejorar la calidad  de los blogs que acostumbra leer, entre ellos el mío.Su altruismo es admirable.   Hace pocos días recibí otro de sus correos, en esta ocasión quiere saber qué motivos  tengo para cambiar tan a menudo la foto de mi perfil. Opina que soy una mujer voluble y eso no le hace ni pizca de gracia.


Usted no es Roman Opalka, escribeAfortunadamente no lo soy, de lo contrario estaría criando malvas y no  saboreando un café con hielo mientras escribo esto al ritmo de la música de Preservation Hall Jazz band y en concreto con la melodía,  St James Infirmary -muy apropiada para animar funerales-. El cambio de foto de mi perfil no tiene otro objetivo que proporcionar una imagen reciente, esta es de hoy a las 4 de la tarde. Quizás algún día reuna todas las fotos que he ido colgando para embarcarme en la creación de una obra de profunda reflexión existencial, pero por ahora me conformo con aparecer en el blog tal como soy a día de la fecha. Mi capacidad introspectiva deja mucho que desear así que tampoco confío en dejar nada aprovechable para la posteridad, quizás un álbum de fotomatón.    
   
El 6 de agosto de 2011 murió el artista Roman Opalka, la obra que nos deja tiene un único título: Opalka 1965/1 a infinito. A partir de 1965 hasta la fecha de su muerte pintó 233 cuadros, a los que bautizó con el nombre de  Detail, en ellos  anotaba una progresión numérica, siempre con el mismo pincel sobre fondo negro, que a partir de 1972  fue aclarando. Con la anotación de números sobre el lienzo, y una vez terminado se fotografiaba, siempre en idénticas condiciones. Así desde 1965, una década más tarde incorporó la grabación de su voz para recitar los números que acababa de pintar. Cuando murió, el detail acababa con el número  5.607.249. 

¿Tiene significado su obra?  es obvio que la tiene. Hay una búsqueda  y, al igual que Brossa hizo con el alfabeto, el aparente sinsentido se llena de contenido ante ese número final que representa la desaparición física de Opalka.  Nos enfrentamos con un hombre a quien le interesa la observación del paso del tiempo  y su consecuencia en la materia, representada en su propio cuerpo, voz y rostro.  Hay que tener valor y  temperamento obsesivo para dedicar más de cuarenta años a una exploración del tiempo sin perder de vista que detrás de cada número pintado  le esperaba la cifra final.

Un tipo así es intrigante, y mucho más misterioso resulta que su obra sea valorada en un mundo en el que lo trivial manda y lo inconsistente marca los destinos de la humanidad.  Me gustaría saber si se respeta la obra de Opalka por lo que tiene de permanente enfrentamiento con su cronología personal  o simplemente su obra adquiere notoriedad por lo que tiene de rareza - friki-. No lo sabremos por ahora, por mi parte agradezco el esfuerzo de gente como Opalka,  que  refleja de manera sublime la frase que pronunció Margo Channig ( Bette Davis en Eva al desnudo) cuando dijo: si persigo algo quiero perseguirlo, no que me persiga. Exactamente lo que hizo toda su vida Roman Opalak, que en paz descanse.