lunes, 15 de marzo de 2010

Ladrillar



En el año 2008, en el mes de mayo, un meteorito se desintegró a la altura del término municipal de Ladrillar, en Las Hurdes; en una terraza de cultivo de olivos,  abandonada desde hacía tres lustros cayeron dos restos que no medían más de tres centímetros  el primero y con forma de higo  y ocho centímetros  el segundo, y que parecía una muela del juicio con raíz.

Los dos meteoritos fueron encontrados el 14 de marzo de 2010 por Elías, un buscatesoros que al primer vistazo los desechó, pero al cabo de unos minutos, cambió de idea, los recogió, tanteó con las yemas de los dedos la superficie negra, irregular y, para su asombro, con tacto sedoso y  los  guardó en el bolsillo  izquierdo del pantalón. De camino al pueblo de las Mestas, casi al anochecer, la carretera adquirió un tono azulado, no sólo el asfalto, también los pinos que se inclinaban desde las laderas de la montaña. 

Elías redujo la velocidad para observar mejor el fenómeno, desde el parabrisas echó un vistazo al cielo: dos nubes de color púrpura brillaban en el cielo casi oscuro. En ese mismo instante, el coche se detuvo, el motor se paró sin que Elías hubiera tocado el freno, ni el cambio de marchas. Salió del coche, el silencio era absoluto, sabía que era inútil recurrir al teléfono móvil, porque no funcionaría, estaba seguro, pero a pesar de esa confianza,  tuvo la tentación de comprobarlo y, sí,  efectivamente, el móvil estaba muerto, como el coche. Le pareció una noche bellísima, azulada  y violeta como una melena ondulante  que cubriera esa parte del planeta, por capricho para complacerle sólo a él; en el bolsillo de su pantalón, las dos piedras cósmicas palpitaban con un ritmo sosegado y profundo. Antes de iniciar a pie  la marcha por la carretera solitaria, Elías depositó los meteoritos sobre un tronco roto que encontró en la cuneta. A los pocos pasos, la noche se hizo gris, las dos nubes púrpuras desaparecieron y el teléfono móvil que guardaba en su chaqueta le sobresaltó  con su señal de mensaje recibido
-¡Cochina realidad y cochinos extraterrestres!
Volvió sobre sus pasos, se sentó en el asiento del coche al tiempo que una furgoneta de reparto pasaba a toda velocidad por su lado. Encendió el motor, antes de ponerse en marcha, se quedó pensativo durante unos minutos, arrepentido y también rabioso contra sí mismo.
-¡A la próxima, y ya van tres con esta vez, voy a llegar hasta el final, aunque sea lo último que haga en este mundo! Si quieren algo  de mí, que me lo digan a las claras de una puñetera vez.








6 comentarios:

  1. me encanta el giro que le das al final.
    "Si quieren algo de mí, que me lo digan a las claras de una puñetera vez.". Eso es lo que quisiéramos con todo esto de los extraterrestres porque se andan con tantos misterios?. a ver si lo consigue nuestro protagonista y nos lo cuenta!.

    Escribes divinamente. Que gusto leerte.

    Muchos besos

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  2. Pues conmigo que no se comuniquen ni se manifiesten, por favor. Ya sabes el miedo que me dan los bichos alóctonos.
    Por cierto, ¿Has conocido al tal Elías?

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  3. ¿sabes? la realidad siempre te acaba despertando, pero no te quita el momento disfrutado...alguna vez hemos sido Elías. Relatas lo lejano como algo muy cercano.
    Inquieto espero el próximo...
    t.

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  4. Tati, también a mi me gustaría que, en caso de que los extraterrestres inteligentes existieran se hubieran fijado en nosotros, tuvieran la amabilidad de presentarse sin tanta zarandaja misteriosa y lucecita parpadeante.
    Un abrazo fuerte muy terrestre

    Marieta, pues sí, el tal Elías nos contó una historia como ésta en un bar de un pueblo de Las Hurdes.Y para más pasmo, luego tocó la dulzaina acompañado de un tamboril.

    t, la realidad es sólo una pequeña parte de lo que perciben nuestros sentidos, como decía aquel: hay otros mundos pero están en éste. O algo parecido.

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  5. Amaltea, que buen relato, me ha encantado.

    Incluso es cómo si yo mismo hubiera estado en el bar del pueblo de Ladrillar, mientras el viejecito Elias, con una gran peca en su arrugada cara contaba la historia, medio ahogada por la dulzaina y los tamboriles que atronaban el bar y las afueras de lugar tan callado, quieto y fuera de nuestro tiempo; total afuera del bar solo se veian, paseando, un par de mujeres, bajitas, rechonchas, y con los rostros marcados por siglos de soportar todos los elementos y la endogamía de tan apartados lugares.

    Comparto lo que tú y la viajera más lenta decís de los extraterrestres: identificaros, sin la menor duda para nosotros, atrasados seres que a veces usamos algo la inteligencia, pero poco.

    Marieta, no temas de los extraterrestres, teme más de los terrestres, al menos de momento.

    Aclaración: Creo que lo de "Hay otros mundos..." esta en el libro "El retorno de los brujos", de Louis Pauwels y Jacques Bergier.

    Espero impaciente el próximo relato.

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  6. Qué imaginación, Pitágoras, casi casi es como dices. Gracias por referenciar la cita. Y sí,los terrestres, por ahora, hacemos mucha más pupa, hasta que no se demuestre lo contrario.

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